LAS FOTOS
Pasa poco de las seis y media.
Por la tarde y a esta hora es el momento. Entra en el cuarto, abre el armario y
escoge la Pentax, también se lleva el cable disparador, el trípode y un par de
rodillos de cuatrocientos ASA. Vuelve al comedor, lo monta todo, cierra la
ventana, apaga las luces y entra la oscuridad.
Entonces ella se sienta, se
sienta en su butaca con el cable disparador en la mano y espera. La cámara la
enfoca. La oscuridad sigue siéndolo, las pupilas no se acostumbran. Es seguro.
Se quita la ropa, se quita la piel, se quita las vísceras, los músculos, los
tendones, los huesos, el alma, quiero decir que se aparta de golpe, tan deprisa
que ni ella se sigue, y dispara.
Repite la operación hasta
terminar los dos rodillos. Son cerca de las ocho. Lo recoge todo, bebe café y
revela las películas. Es cierto. Sí, pero las fotos no prueban nada. ¿Sabes de qué se trata?
Sandra Fuentes.
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