EL GRITO
usa de mí, desgrítame, arráncame;
se desmorona en ruinas lo que no podés oír,
sós una bomba en orbita
y aquí en la tierra sólo me queda un calcetín,
y la muerte todo lo jode, y hay gente
que no lo son porque son todos el mismo.
Vos lo sabés, no más silencio;
que exploten los poemas, todos los gritos
callados, mutis de rictus, parafernalia de rebaño,
gritar versifica, el grito en sí ya hace verso.
Démonos demonios,
hagamos el poema
que nos tiene presos, gritémoslo
para que sea que ya es y nos sujeta.
Hace falta liberarlo, expulsarlo, desposeernos
de su posesión. Estamos poseídos, jodidamente
poseídos. No me acuerdo ya de la última vez
que existimos, ¿Os
acordás? Era simple.
L. Edna Ruiz
YA, YO PREFERÍA LA RABÍA
Perdidamente ya perdida, todo, toda, todas,
ahora mismo palabras que ya nadie me dicta,
no me quedan ya ni fantasmas ni camisetas
limpias ni medias, el libro, el libro, las llaves,
dios, la biblioteca, devolverlo, devolver, allí,
vomitarlo todo, la soledad, este cansancio
estéril y maldito que ya ni maldecir me deja.
Prefería la rabia.
L. Edna Ruiz
LOS ONÍRIOS
Cuando no supe adonde ir, me senté;
al rato, me tumbé. Cuando no supe nada,
tumbada en el centro del poema, me dormí.
Supe que se trataba de tal lugar
porque los Onírios no saben odiar ni sumar.
L. Edna Ruiz
BIOGRAFÍA
( o de como la locura tuvo siempre la razón)
Tarde me quejaré de tales males, siempre
anduve de mar en mareo, de maremoto, loca,
de boca en voz, de verso a naufragio, de ahora
o nada, nadé siempre y fui contracorriente, la mía.
Y tarde, tarde me quejaré, mas algo sí sabré: la tuve,
sí, la fui.
L. Edna Ruiz
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