miércoles

La habitación de Van Gogh


Van Gogh escribió a su hermano Theo: "Esta vez se trata únicamente de mi habitación; sólo que aquí el color ha de serlo todo, y su simplificación, que da una mayor grandiosidad a las cosas, pretende evocar el descanso o el sueño en general. En una palabra, al mirar el cuadro debería reposar la mente, o más bien la imaginación". 
Muchos objetos del cuarto están emparejados: dos sillas, dos almohadas, dos jarras y dos botellas. La primera versión de este cuadro es anterior a la ansiado llegada de Gauguin, por lo que la duplicación podría entenderse como el deseo de van Gogh de disfrutar de una amistad que el destino le negó siempre.
La silla de su cuarto era en realidad de madera clara. Aquí la pinta amarilla por razones simbólicas: el amarillo es el color de la luz del sol, la calidez y la felicidad. Aunque creía en la pintura tomada directamente del natural, Van Gogh transponía o intensificaba constantemente los colores.
El naranja, el amarillo de cromo y el de cadmio mezclados con el blanco, se encuentran en la base de la gama de amarillos que se asocian con su período de Arlés. Su deseo de basar el uso de los colores en principios científicos, le lleva a usar pares de colores complementarios, naranja-azul, violeta-amarillo, verde-rojo. Incluso llega a sugerir a su hermano Theo el color del marco: blanco. Según su teoría, el blanco equilibra a los complementarios y atenúa los efectos violentos del color. Así vemos el blanco en la superficie del espejo. Sabemos por sus cartas que las paredes de la habitación estaban blanqueadas con cal y que el suelo era de baldosa roja; sin embargo, él exagera los colores o los cambia arbitrariamente: inventa un nuevo cromatismo que los fauvistas llevarán al extremo.
Pinceladas negras envuelven a los objetos y delimitan los espacios, dando la sensación de que están llenos de color.
Las sillas, la mesa y la cama, están delimitadas por pinceladas que denotan la pesadez de la madera. Llena la superficie con pinceladas continuas siguiendo las vetas horizontales y verticales de la madera, iluminando el asiento en forma de estrella de las sillas de paja, siguiendo la dirección de los listones verticales de las ventanas.
El modelo de las sillas nos sirve de modelo para estudiar la obra. La altura de su asiento es de unos 42 cm. El ancho de la habitación entre las dos puertas representa 7 veces este módulo, es decir, 2,95 m; la anchura de la cama corresponde a 2,5 veces el módulo, lo que da 1,5 m.
Observando la cabecera de la cama, comprobamos que su extremo derecho está muy alejado del rincón mientras que el izquierdo está muy cerca de la percha. De idéntica manera, las patas de atrás de la mesita son equidistantes de la pared, y la mesa parece estar dispuesta oblicuamente a la pared. Sabemos, por referencias a otras obras y por algún plano de la casa amarilla donde vivía van Gogh que las paredes del fondo formaban un ángulo de 120 grados: de ahí la distribución de los muebles. El espacio de este interior, sin embargo, no queda claro ya que van Gogh ha suprimido las sombras.
La ventana está entreabierta hacia dentro, lo que implica accesibilidad al mundo exterior; pero es significativo que no se distinga nada por fuera. La habitación parece así bastarse a sí misma El espacio que se abre en torno a la cama evita que el cuadro resulte en exceso claustrofóbico.
La pintura está aplicada en capas espesas en las que cada pincelada resulta claramente visible. Van Gogh utilizaba las pinturas directamente del tubo y pintaba con rapidez, llegando a veces a terminar un cuadro en un solo día. Gastaba muchísima pintura y constantemente le pedía a su hermano Theo que le enviara materiales desde París. La habitación tenía el piso de ladrillo rojo, y en la primera versión de la obra es de un rosa oscuro. En la versión de París, el piso, de color marrón, confiere al cuadro un carácter más sombrío que revela es estado de ánimo del pintor. Convierte en azul-violeta el blanco de la pared, creando así armonías de color con los verdes, como se aprecia en la ventana, y contrastes con el amarillo de la cama y las sillas. Era consciente del impacto emocional del color. "En vez de reproducir exactamente lo que tengo ante mis ojos, me valgo del color con arbitrariedad para así expresarme de forma más convincente". El rojo intenso del cubrecama aviva el tono del lienzo. 
Fue uno de los primeros pintores que acusaron la influencia de los grabados japoneses, muy difundidos por entonces en Europa. Admiraba de ellos la sencillez del dibujo, los espacios planos de color, las pronunciadas perspectivas y la ausencia de sombras.
Bibliografía

Bailey, Martin (1995), Vincent van Gogh : cartas desde Provenza. Barcelona. Ediciones Paidós Ibérica. Col: Cartas ilustradas, 4. 
Calvo Serraller, Francisco, "Centenario de la muerte de Vicent van Gogh (1853-1890)" en Claves de la razón práctica 6 (1990) pp. 62-64.
Cumming, R. (1997), Guía visual de pintura y arquitectura. Madrid. Ed. El País/Santillana.
Rewald, J. (1982), El postimpresionismo. Madrid. Alianza ed. Col. Alianza Forma 31
Schapiro, M. (1988), El arte moderno. Madrid. Alianza ed. Col Alianza Forma 73


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