(…)Las
garras del león que salió excavando del interior de mi brazo
eran
fuertes, dolió pero a quién se lo iba a contar? Yo no llamo
al hospital
y lo cuento, ya sabés lo que pasa luego.
A los días siguientes
invoqué a Freud. El psicoanálisis y los animales,
seguro. Fue entonces, empecé a confundir a la gente. Porque…Chene,
vos sabés si
estás vivo? (…)
Alejandra
Vuelta
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