Históricamente toda cultura ha recurrido al uso de estimulantes, práctica milenariamente vinculada la estimulación de la conciencia y el diálogo místico con la naturaleza.
La exploración de la naturaleza ha acompañado a la humanidad desde sus más remotos orígenes. A través de esta, se reveló al hombre la existencia de especies botánicas con propiedades psicoactivas. Curiosamente todas las civilizaciones incurrieron en el consumo de estas plantas, cuya particularidad es que alteran, y para muchos enriquecen, la percepción de la realidad. Esta práctica, el consumir psicoactivos, se consolidó como un enigmático “puente” hacia la realidad divina –aquella que no podemos percibir tan fácilmente con los sentidos.
Tanto las alucinaciones, como los raciocinios orientados a cuestionar las ideas preexistentes son algunos de los efectos que estas sustancias pueden provocar –una especie de reinvención en la lectura de nuestro entorno.
Retomando lo anterior, la Casa del Lago, en la Ciudad de México, presenta la muestra “Los Comedores de Loto”, exponiendo trabajos anónimos de agrupaciones vinculadas con las ‘drogas’, incluyendo antropólogos, diseñadores, artistas internacionales y locales. Esta exposición incorpora también investigaciones de asociaciones civiles, como la Biblioteca Cannábica, Drogas México y el Colectivo por una política integral hacia las drogas (CUPIHD).
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