Antonio Escohotado, autor de Historia General de las Drogas y uno de los hombres que más ha estudiado el tema de su ilegalidad, habla con LOFT sobre todo lo que está mal con el sistema, predice el futuro de las drogas y comparte sus aventuras en el mundo de la inspiración narcótica.
Antonio Escotado es un profesor de filosofía y metodología de las ciencias sociales en la Universidad Nacional de Educación a Distancia en Madrid que escribió tres tomos sobre la historia general de las drogas. Este año acaban de compilar sus tres obras en un solo tomo de 1542 páginas. Su trabajo se ha convertido en uno de los recursos de información más usados por los interesados en la temática de las drogas. Escotado es el abuelo psicodélico de España, el que más sabe del tema, el que probó todo y conservó la cordura para contarnos. Un sabio para muchos, un charlatán para otros. Hasta de peligroso ha sido catalogado. Y si lo es, es porque sus ideas son convincentes y porque van en contra de muchas de las posturas de los policymakers de los últimos tiempos en cuanto a la regulación de las drogas. A sus 62 años, Escotado sigue usando la heroína para inspirarse y el tabaco para vivir. En vez de palabras etéreas y argumentos descabellados (como podría esperarse de un veterano heroinómano) Escotado utiliza una dicción sofisticada y un razonamiento contundente para expresar su crítica a la forma en que es percibido actualmente el problema de las drogas. Su mente es audaz, perspicaz y, sobre todo, prolífica. Ha escrito varios ensayos con matices antropológicos y filosóficos. Entre ellos Realidad y Sustancia, De physis a polis, Majestades, crímenes y víctimas, El espíritu de la comedia –que fue galardonada con el Premio Anagrama de Ensayo–, Rameras y esposas y La cuestión del cáñamo. Con LOFT compartió su fresca manera de ver el mundo.
¿Existe hoy algún problema con las drogas que no haya tenido antes la humanidad?
Quizás el de la sobreabundancia, porque por cada sustancia psicoactiva antigua hoy puede haber un millar. Esto crea, desde un punto de vista positivo, muchos más medios para controlar y dirigir tus sentimientos y tus percepciones, y por otro lado, mucha más alarma social. Es como el miedo que podía generar la aparición del libre pensamiento en el siglo XVII.
¿Por qué se da esa sobreabundancia?
Por los pacientes trabajos de síntesis química que se hicieron paralelamente a la cruzada contra las drogas. las brujas, los brujos y los hechiceros poseían los depósitos del saber ecológico antiguo, y aunque fueron aplastados por la erupción del monoteísmo con vocación universal –el brahmanismo, el cristianismo y luego el islam– su saber acumulado nunca fue destruido. Permaneció en bibliotecas y colecciones privadas. Cuando la cruzada contra los brujos empezó a ceder, a finales del siglo XVII, prácticamente todos los recursos que tenían los hechiceros herboristas pasaron a ser medicinas honorables. Las farmacias y lo que ahora conocemos como boticas, se desarrollaron enormemente a mediados del siglo XVII. Desde entonces el arsenal farmacológico de la humanidad empezó un sostenido crecimiento, que desemboca en descubrimientos como el del MDMA o éxtasis, por Alexander Shulgin, a quien conozco mucho. Shulgin es un genio al igual que su padre. Saben lo que nadie sabe de los químicos. Ellos se juntan y salen con un polvito que te lo tomas y la vida te cambia. ¡Eso es magia… Potagia!
Su libro recalca lo importante que es para la diseminación de las drogas, la relación entre religión, magia y medicina. Y cómo en las culturas chamánicas es en donde primero se empieza a distribuir la droga. Pero esa distribución se hacía con una técnica y buscando un fin, el extasías espiritual más o menos…
Sí, y con unos marcos rituales muy, muy cerrados. Incluso las personas juran no decir qué fue lo que finalmente les dieron, cómo se los dieron y qué sintieron. Ésa es la famosa reserva mística. Es evidente que ese sentido místico se ha perdido en la cultura de las drogas. Las drogas prohibidas se usan hoy con fines lúdicos.
¿Es eso parte del problema?
No. El que las drogas se tomen por razones lúdicas, recreativas o de conocimiento, digamos de introspección, es un correlato. Lo que pasa en el terreno de las drogas es algo más básico aun, que es la secularización. Lo que está en crisis es el dogmatismo y la religión ligera. Antes lo que había eran colecciones de súbditos, y las drogas se tomaban en función a sus metas. Pero ya no queremos el “más allá”, ya no queremos el cielo. Estamos conformes con esta vida. No estamos diciendo, como Santa Teresa, “tan alta vida espero que muero porque no muero”, Como queremos esta vida, tomamos drogas para poder controlarnos mejor, para ser capaces de trabajar mejor, para ser capaces de entendernos y entender a los demás, para disfrutar. Todo esto es nuevo, porque ya no hay el contexto mítico ritual que obligaba a las reservas místicas. En un mundo secularizado no esperamos tanto.
¿Cree que las drogas ilegales, tal como se usan en Occidente, cumplen una función cultural significativa?
Para la juventud son el auténtico rito de pasaje, la ceremonia de maduración, social e individual. Para la gente de 40, 50, 60 años –muchos de ellos prisioneros de los psicodélicos años 60– son una reiteración de costumbres. Pero para los jóvenes son una manera de ponerse a prueba social e individualmente. Y eso ocurre en todo el planeta. En Tailandia y en Vietnam hay fiestas rave con una periodicidad comparable a las de Londres o Montreal. Y en las capitales del Amazonas también hay raves, con DJ’s, con pastillas y con turistas de los cuatro rincones del mundo.
¿Eso le da algo de valor a la cultura o es simple decadencia?
Decadencia hay en el despotismo y el dogmatismo, porque reducen la realidad, porque nos dan un mundo abreviado como si fuese un mundo real. En el mundo de las drogas no hay decadencia. Lo que pasa es que entre los usuarios de drogas, como entre los usuarios de coches, o de juegos de azar, hay un sector que es adictivo por naturaleza. La técnica es neutra. Todo lo que el ingenio humano ha descubierto es neutro en sí mismo. Somos nosotros los que, dependiendo de la persona y la ocasión, sacamos a las cosas de su neutralidad y las hacemos buenas o malas.
¿Qué de bueno tiene el consumo de drogas no prescritas por parte de los jóvenes?
Profundizar en la regla del conocerte a ti mismo, que sigue el principio socrático, el principio de la ética. Es el rito de maduración de las sociedades occidentales avanzadas a principios del siglo XXI. En la práctica se ve si el ser tiene buen o mal gusto, si se controla o no se controla; si debajo de su aparente educación esconde un monstruo autoritario, rencoroso o deprimido, o si por el contrario, tiene –como diría Freud– un ello (es decir, un inconsciente) sano y capaz de disfrutar. Las drogas brindan a la condición humana más control, más capacidad de enfrentarse a los desafíos de la vida. Cuando llega la prohibición, también llega la coartada victimista que permite a las personas decir esa gran falsedad: “Ay, yo no quería pero sin darme cuenta me hice esclavo y ahora soy una pobre piltrafa humana. Me permito robar a mis conciudadanos y no cumplir mi palabra”.
¿Cree que todas las drogas deberían ser legales?
¡Hombre, claro! Es que eso es de cajón. Hay que drogar la prohibición. Legalizar las drogas me suena tan disparatado como legalizar el gusto por la pintura, el pasear o el leer. No se puede legalizar una actividad humana que es un derecho civil inmemorial. A mi juicio se ha hecho una ley para ciertas metas, igual que se hizo la ley seca en Estados Unidos. Al cabo de un tiempo, fue más contraproducente que producente.Digamos que hemos hecho un experimento con la prohibición, y el experimento falló.
En Europa, la guerra de las drogas terminó hace por lo menos diez años. Cualquiera, prácticamente, sin ningún riesgo, siempre y cuando sea para su propio uso, puede conseguir toda la droga que le dé la gana y nunca va a tocar una comisaría ni un cuartelillo de la policía. Y hay muchos más puntos de venta de drogas ilegales que si se vendiesen, como antes, en las farmacias y en la herboristerías. En los tiempos de la Roma imperial había 900 tiendas que vendían opio, además de otras sustancias.
Pero ahora en Madrid o en Nueva York hay de 45,000 a 80,000.
¿Si de todas maneras la gente las puede conseguir, qué de negativo tiene la prohibición?
No tiene tanto de negativo. Lo que hace es crear un fenómeno mundial de desobediencia civil y por tanto de recuperación de las esencias ciudadanas. La gente se ha dado cuenta de que las leyes no están para protegernos de nosotros mismos, sino para protegernos de los demás. Por lo tanto una ley como la prohibición de las drogas, que pretende defendernos de nosotros mismos, es una usurpación y un dislate, pura corrupción del derecho. Digamos que la prohibición ha tenido el efecto positivo de generar desobediencia civil, que sirve para darnos la sensación y la certeza de que no somos súbditos, de que somos ciudadanos.
¿Y qué del argumento según el cual la droga nos hace irresponsables y peligrosos para los demás ciudadanos?
Es una profecía auto-cumplida del inquisidor farmacológico. Hasta la prohibición, que empieza en Estados Unidos a principios del siglo XX, no existía prácticamente el concepto de víctima involuntaria de las drogas. A partir de la prohibición en la que metieron a miles de médicos y farmacéuticas a la cárcel por que no querían plegarse a las órdenes del Ejecutivo, se crean unas personas que viven de esa coartada. Ahora las drogas te dan coartada para no hacer nada en lo absoluto, para ser una mierda con tu familia, con tus amigos y con los demás. Eres un farsante, eres un iluso, pero quien te ha dado los argumentos y las bases para comportarte así ha sido el que ha prohibido las drogas y les puso la consigna de engendros demoníacos.
“Todo lo que el ingenio humano ha descubierto es neutro en sí mismo. Somos nosotros los que sacamos las cosas de su neutralidad y las hacemos buenas o malas”.
Hay sustancias como la heroína que una vez uno las toma está dispuesto a hacer cosas que sin ellas no haría por la mera necesidad de conseguirlas...
Eso no es cierto. La heroína es mucho menos adictiva que el tabaco o que el café. 100 o 200 veces menos adictiva. Yo, por ejemplo, tomo heroína desde hace 35 años, pero así, on and off, como dicen los americanos. Nunca tomo por más de un par de días seguidos, porque me da resaca, claro. Y con el paso del tiempo la he ido bajando. La heroína es una sustancia de un efecto sutil que no se nota mucho, hay que tener muy agudizados los sentidos para darte cuenta en qué te influye. En las primeras horas sientes mucha energía, como si fuese una especia de anfetamina, pero suave, sedosa. Es un alivio para las personas coléricas o irascibles. El método de la inyección, que es el que le ha dado su mala fama, ya es arcáico. Ahora se toma a través de cashing the dragon. Se fuma en un papel plata o se aspira. El draculiano sujeto, ese yanki que se inyectaba, era en realidad un discípulo directo del inquisidor farmacológico, y como ya el inquisidor farmacológico va teniendo menos sentido, pues tampoco tienen sentido esas prácticas de pincharse las venas y transmitirse horribles enfermedades.
¿Cree que estén a punto de caerse las barreras y de que haya libertad total con respecto a estas sustancias?
Lo que pasa es que este tipo de cruzada nuca se resuelve con un decreto que diga: “señores, nos equivocamos, había derecho a pensar libremente, o había derecho de practicar magia”. El Vaticano y las iglesias reformadas protestantes todavía no han dicho “hemos matado 300,000 personas en la hoguera por practicar la magia”, pero ya todo el mundo sabe que la magia es un derecho civil que lo tiene cualquiera. La prohibición sigue un tema de derecho y en algunos países connota altísimos riesgos, hasata el de la pena de muerte. Hay 33 países con penas de muerte. Pero en el mundo civilizado, sobre todo en Europa, la prohibición de hecho no existe. Pero claro, los principales traficantes de drogas en el mundo son personas ligadas a la policía y a los gobiernos.
¿Alguna vez ha tenido problemas de adicción o dependencia?
Soy adicto al tabaco. Lo que pasa es que lo soy porque quiero, porque no me parece que la vida valga la pena sin mis cigarros. Sigo creyendo que es un absurdo hablar de una libertad separada de responsabilidad. Las libertades que tomamos son responsabilidades que asumimos. Es posible que por fumar abrevie mi vida o me genere un futuro muy malo. Pero no siento adicción a ninguna otra droga. Por ejemplo, la heroína me encanta, aunque comprendo que es más difícil tomarla con mesura y con sensatez por todo el imaginario social que la rodea. Como se supone que la droga es adictiva por excelencia, las personas entran en ese cauce muchas veces porque les conviene, porque tienen problemas emocionales, sociales, profesionales o psicológicos, y se refugian ahí como una excusa muy buena para escenificar su necesidad de ayuda y de dependencia.
Parece bastante irónico que sea la menos emocionante la única que le haya causado adicción.
Cuando estás falto de energía pegas muchas haladas y muy fuertes, e inmediatamente suben tu tono energético. Cuando necesitas tranquilidad, das haladas espaciadas y no profundas y te tranquilizan. Es la única droga que tiene doble efecto y además estimula la inteligencia. El tabaco es la única droga sagrada desde Alaska hasta la Patagonia.
¿Cree que el tabaco está perdiendo la pelea?
No la perderá nunca. Es demasiado potente, es demasiado gratificante para el usuario. Podrá incluso haber una gran rebelión si se insiste en perseguirlo. Que se pongan de acuerdo mediante medios modernos como en Internet donde los usuarios empiecen a fulminar las compañías aéreas por orden: “Somos 200 millones de usuarios de tabaco. Lufthansa, si no cambia usted en un mes su política contra los fumadores, nadie viaja; American Airlines, si no cambia usted en dos meses, nadie viaja. Dándoles ultimátums. Las compañías aéreas hacen economías a escala, de repente se quedan sin 10 millones de clientes en un mes y ¡pun!, “bancarrota”. Aparte de otras medidas más sencillas como por ejemplo en Estados Unidos, donde hay reglas tan severas, que aterrizan un avión si alguien prende un pitillo y demás...se podría lograr que de repente a las cinco menos diez, 100 millones de americanos encienden su pitillo en los aviones. Cada vez que los seres humanos se han puesto de acuerdo han logrado cosas asombrosas. Le han cortado la cabeza a Luís XVI.
“La razón para tomar drogas es para conocerte a ti mismo. Hay que tomarlas queriéndose a sí mismo, respetándose y, por su puesto, respetando a los demás”.
¿Una droga tan masivamente utilizada como la marihuana, ha afectado negativamente la cultura?
Es curioso, porque ahora se han descubierto sus numerosas utilidades médicas y terapéuticas de la marihuana. Tiene, incluso, todo tipo de principios nutritivos. Y es extraordinaria incluso para contener la erosión. Con ella se puede fabricar papel mejor que el que tenemos.
¿Y qué tiene de malo?
Yo creo que cierto tipo de personalidad, la que se teme a sí misma, la persona que lleva puesta una máscara, que se impone un papel, no debería tomar marihuana y sufrir sus efectos porque lo desnudaría, rompería su caparazón de rutinas. El cáñamo tiene el poder de revelar esta diferencia radical entre el aspecto y la interioridad de las personas, así que todas las personas que vivan disfraz no deberían tomarla.
¿Qué opina del crack?
Yo he tomado crack y lo encuentro más euforizante, más gratificante para el usuario que la cocaína. Va dirigido a un público con un poder adquisitivo no muy alto, porque todavía le falta refinar. Es mucho más barato, sólo es pasta base. No hay que tener un respeto por el conocimiento científico. Por ejemplo, el crack no es más tóxico que la cocaína. Lo que pasa es que ¿quién toma crack? Los negros más jorobados de Estados Unidos. Lo toman los adolescentes con menos perspectivas profesionales. Las drogas más peligrosas del mundo, las que pueden volverte realmente loco, son vendidas en las farmacias y son los neurolépticos.
¿Qué clase de drogas que estén por venir le emocionan?
La 2CB o afro onexus. Otro producto de la gran mente de Shulgin. No tiene mucho poder visionario, pero tiene una capacidad introspectiva y afrodisíaca que a mi juicio es el principal aspirante a los favores del siglo XXI. Yo espero que cada vez se vayan haciendo drogas más activas. Es decir, que con menos cantidad tenga más efecto. Y también drogas que tengan un efecto muy intenso pero breve. La vida moderna no te permite ponerte a viajar como con mezcalina, unas 20 horas. Ahora nos interesan fármacos que nos permitan en una o dos horas resolver el nudo psicológico y espiritual antes vinculado a drogas como la mescalina. Creo que en lo que están tanto la industria química legal como la ilegal es en una búsqueda frenética de principios cada vez más puros, más potentes y al mismo tiempo de acción más breve, que con menos impregnación de nuestros tejidos orgánicos tengan los mismos efectos. Por ejemplo, todos los que amamos el tabaco, lo que realmente amamos es la nicotina. ¿Por qué producir la gran liberación de nicotina buscada con la ayuda de una brasa, si podemos meterlo rápidamente en un aparatito que lo vaporice y que sin necesidad de producir alquitranes, sin necesidad de combustión, libere nicotina de manera que nosotros podamos absorber un poco.
¿Qué droga que no haya probado le gustaría probar?
Ninguna, todas las que me han llamado la atención las he probado.
¿Ha sentido que las drogas alteren la química del cuerpo, y que esa alteración sea negativa?
No. Si te metes a una orden religiosa y haces voto de pobreza, obediencia y castidad tienes una alteración química mucho más potente que tomándote una mezcla de heroína y cocaína. Y si te mortificas y practicas el ayuno creas en tu cuerpo un efecto muy parecido al de tales o cuales drogas. Nosotros somos una bolsa química. Lo que pasa es que hay un éxtasis digamos digno –el que consigues con los votos de pobreza, castidad, obediencia y mortificación– y un éxtasis indigno, que consigues tomando RC25 o morfina. Son cosas que dicen los ignorantes, los fanáticos, los dogmáticos.
Cuando uno se fija en el movimiento chamánico...
Los chamanes son los médicos y directores espirituales de las sociedades simples. En sociedades complejas, como las que tenemos ahora, las soluciones chamánicas no parecen de aplicación. He conocido chamanes pero no me parecen personas más atendibles que cualquier otra, tampoco menos.
¿Cree que todos deberíamos tener libre acceso a todo?
A la larga sí. Lo que se pasa es que cada droga debería tener su sitio de venta. A mi modo de ver, se van a vender en puntos diferentes:
La de paz y energía –heroína y cocaína- y las hiper peligrosas –Belladona, Datura- en la farmacia.
Las de viaje, que las tengan en los departamentos de antropología, ciencias y artes de la universidades porque ayudan a la capacidad creativa.
Las básicas, o sea las de más uso, como la marihuana, pertenece a supermercados.
En cuanto a educación, ¿qué cree que es lo necesario para nuestros hijos?
Amor propio y sentido de la estética. Darse cuenta que están haciendo una empresa científica al tomar drogas. Que se están metiendo en un terreno del cual van a salir datos. Que las drogas les ayudan a conocer mejor lo que es la condición humana intelectual y emocionante.
¿Cuál será la clave en el momento en que se libere todo, cuando ya no haya prohibición?
Quererse a sí mismo. La razón para tomar drogas es para conocerte a ti mismo. Hay que tomarlas queriéndose a sí mismo, respetándose y, por su puesto, respetando a los demás. Es que sólo respeta a los demás quien se respeta a sí mismo. La vida tiene unos sinsabores evidentes, aparte de tener que ir envejeciendo y sufrir enfermedades. Muchas veces nos faltan horizontes, otras veces nos aquejan dolores, otras veces nos aqueja una falta de energía, una apatía que nos hace indolentes y nos hace perder oportunidades de promocionarnos, de tener una vida mejor. Las drogas están ahí como donadoras genéricas de paz, de energía y de exclusión. Que las usemos así o no, va a depender de cada individuo. También los coches están para desplazarnos de un lado a otro y hay insensatos que van y matan a cinco y luego se matan ellos...
“La prohibición es lo que permite decir: ‘Ay, yo no quería pero sin darme cuenta me hice un esclavo y ahora soy una piltrafa humana. Me permito robar y no cumplir mi palabra”.
Entrevista con Antonio Escohotado
por Juan Rendón